sábado, 12 de septiembre de 2009

Conexión

- Está bien, no importa. Cambiemos de tema.
- Gracias.
- ¿Que estás estudiando?
- Derecho. Quiero ser notaria. ¿Y tú?
- Yo estoy estudiando economía.
Asentí.
- ¿En que Universidad estudias?
- Pues como volví ayer de Florida, todavía no lo sé seguro. Pero tengo la sensación de que mi madre me habrá apuntado en Blue Eagle Prestigieuse Université. De echo, estoy segura.
Sonrió.
- Pues nos veremos muy a menudo.
- ¿De verdad? ¿Tú también vas ahí?
- Sí, y yo estoy seguro de que tu madre se llevaría bien con la mía.
- ¿De que trabaja tu madre?
- Abogada.
- Bueno, la mía es diseñadora.
- ¿De ropa?
- Sí, pero también de interiores. No se decía por una, y decidió estudiar las dos.
- Mmm. Ya entiendo como es tu madre.
- Créeme, no te puedes hacer una idea.
- Pero si me hago una idea de dónde vives. En la riche zone, ¿me equivoco?
- En absoluto. Nº3.
Y nos comenzamos a reír.
- ¡Madre mía! Es tardísimo. Será mejor que vayamos otra vez dentro, mis amigas estarán preocupadas...
Siendo sincera conmigo misma, no tenía nada de ganas de volver. Pero tampoco tenía ganas de tener que darle explicaciones a Emma y Ashley. Así que lo más prudente era volver.
Empezamos a caminar los dos pegados.
- No te imaginas lo feliz que estoy de haberte conocido, Evanna.
Me sonrojé.
- ¿Sabes? Nunca me había sentido tan bien con alguien como me siento contigo. Supongo que pensarás que soy un exagerado, o que no lo pienso realmente. Pero no es así. Es algo extraño. Es como si estuviera flotando...
Y en ese momento aparecieron Emma y Ashley.
- ¡Evanna! -gritaron al unísono.
Sin más remedio, salí en búsqueda de mis dos amigas. También estaban los amigos de Thomas, que fueron a reunirse con él.
- ¿Es que no te acordabas de nosotras? Podrías habernos llamado, o enviado un mensaje... Algo, Evanna, pero por favor has desaparecido sin más y nosot...
- Ya está -interrumpí a Emma-. Estoy bien, ¿no me veis?
- Sí, está bien, puede ser que nos hayamos alarmado demasiado...
- Bueno bueno, Ev, cuéntanos -susurró Ashley.
- No sé de que me estás hablando -murmuré.
- Va no te hagas la imbécil con nosotras -me espetó Emma.
Thomas se acercó y me susurro al oído.
- Pasaré a recogerte a la una.
- Confías demasiado en ti mismo, yo no he dicho que quiera volver a verte -contesté en un susurro divertido
- A la una, sé puntual.
Le miré y sonreí. El me devolvió la sonrisa y se marchó.
- ¡Oh Dios mío! -susurró Ashley.
- Vayámonos, es tarde -dije.
- No te creas que esto se va a quedar así, bonita. Conseguiremos saber lo que ha pasado esta noche, no lo dudes -dijo Emma.
Me comencé a reír. A lo que ellas acompañaron con más risas. No sabía como, pero todo estaba cambiando. Y para mejor.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Cuestión de confianza

Mientras, en algún lugar de París. Jake y sus amigos toman una cerveza.
- Oye, Jake, ¿sabes qué?
- Si no me lo dices no creo que lo sepa.
- Muy gracioso. Bueno, corren rumores de que la hija de Roberto, a ese que le vendíamos pastillas, ha vuelto a la ciudad. Evanna, creo que se llamaba.
- No, espera. Le vendíais pastillas, yo nunca lo permití.
- Bueno tío, es lo mismo.
- ¡Ni mucho menos! Pero espera un momento, ¿Evanna está aquí en París?
- Sí, eso dicen.
Sentí el latir de mi corazón, demasiado acelerado. Evanna, estás aquí... Cuanto te he extrañado. No me lo puedo creer. Tenemos tantas cosas de que hablar... y aclarar.

**************************************************************************************

Llegamos hasta el césped y nos sentamos. Seguíamos sin mediar palabra, pero no era un silencio incómodo, si no todo lo contrario. Sus latidos cantaban en perfecta sinfonía con los míos, y su respiración acompasaba la mía. No me imaginaba el por qué de todo lo que estaba ocurriendo. Yo nunca tuve problemas para ligar, ya que era una chica de estatura media, ni baja ni alta, delgada, con unos grandes ojos verdes y un cabello, muy bien cuidado, castaño claro, muy claro, que siempre solía llevar largo, pero no demasiado, en la medida exacta. Pero todo cambió cuando mi cuento de hadas acabó. Desde ese momento dejé de arreglarme, me olvidé de todos los que me rodean, y también me olvidé de mi misma. Es extraño, pero en este momento, aquí, sentada en el césped con un desconocido -que parece que lo conozca de toda la vida- es como si me hubieran quitado la venda que llevo puesta des de hace más de un año.

- Cuéntame algo de ti, Evanna.
- La verdad es que no tengo nada interesante que contar. Apuesto lo que sea que tu vida es mucho más interesante.
- No, no creas. Cuéntame, ¿por qué te marchaste?
- Es complicado.
- Supongo que si no quieres hablar, no importa. Pero sería importante para mí saber que confías en mí.
Le miré. Nuestras miradas se toparon durante una milésima de segundo, tiempo suficiente para darme cuenta que nuestros labios estaban rozándose. No, Evanna por favor, es demasiado pronto. Bajé la vista y con ella mi cabeza, y entonces comencé a hablar.
- Lo siento, Thomas, todavía no soy capaz de asimilar bien la historia.
Asintió.

Nota de autora: Me he dado cuenta de que últimamente los capítulos son demasiado cortos, pero intentaré que eso cambie.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Algo inesperado

Sin más remedio, miré con cara de asesina a Ashley y Emma, que echaron a reír y comenzaron a hablar con los dos amigos de aquel chico, que por cierto no sé como se llama. Y yo pues avancé al lado de él hasta un rincón de aquella enorme barra donde servían las bebidas.
- Así que te llamas Evanna, ¿no?
Asentí.
- Yo soy Thomas. Oye, ¿te sucede algo? Tienes cara como de deprimida...
Me permití el lujo de mirarle fijamente ya que era el primer chico en toda la noche que se preocupaba en mi estado de ánimo y no en si tenía novio o no. Como no respondí, el insistió.
- Bueno, si no quieres contarme nada, tranquila. Perdona si soy entrometido.
- No, está bien. Estoy bien.
- Me alegro. ¿Quieres tomar algo?
- Sí, un vaso de agua, por favor.
Me tendió la bebida y me sonrió. Es simpático.
- ¿Eres de aquí? No te había visto nunca -comentó.
- Sí, soy de aquí. Pero estuve viviendo un año en Florida, y ahora he vuelto.
- Ah, vale. ¿Y como es Florida? Nunca he estado.
- Bonito. Pero tranquilo, tampoco te pierdes gran cosa -le aseguré.
- Me alegra saberlo.
Le sonreí. Me cae bien.
- ¿Quieres que salgamos fuera? Aquí hay mucho ruido. Si quieres, si todavía no confías en mi lo entenderé.
Le volví a sonreír.
- Está bien, salgamos.

Salimos, y el portero me miró decepcionado. Todavía mantenía esperanzas conmigo. Me llevó hacia un pequeño parque cerca de el local. Hacía mucho frío y él se dio cuenta, ya que yo tenía el bello de punta. Se me acercó y me envolvió con sus brazos. En otras circunstancias, o tal vez con otra persona, le hubiera propinado un bofetón y hubiera salido corriendo. Pero esta vez era distinto.
- Si te molesta, me aparto. Pero se ve que tienes frío realmente.
- Tranquilo, no me molesta -le aseguré.
Me sonrió y noté una sensación extraña en la boca del estómago. Noté como si mi cuerpo tuviera algo de vida, cosa que hacía más de un año que no sentía. Un pedazo se estaba juntando.

Nota de autora: Perdón por haber tardado tanto en subir, pero pronto comienza de nuevo el instituto y no tengo tiempo.